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Te ayudo a comer mejor, comparto listas de los mejores alimentos sin aditivos (sales, mantequillas, quesos...), para disfrutar y ser más feliz con las cosas sencillas de la vida y disfrutar de la salud sin pastillas
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No, no es malo porque sufrió mucho: su semilla es ser malo, lo demás son excusas
Cada persona que te hiere o te menosprecia, está sufriendo por cosas que le faltan y las proyecta sobre ti. O quizá ve en ti algo que él mismo no tiene, y por eso intenta destruirlo en ti debido a su complejo. Pero eso no lo justifica. Porque, aunque alguien haya pasado por circunstancias difíciles o tenga viejas heridas abiertas, nada de eso le da derecho a odiar o dañar a otros. Si una persona llega a ese punto, es porque hay en ella una oscuridad más profunda: una raíz torcida que no nació del dolor, sino del placer de herir.
El dolor verdadero no engendra monstruos; pule el alma. El sufrimiento, cuando se atraviesa con conciencia, te refina, te vuelve más lúcido y compasivo. Te enseña a comprender, no a destruir. El dolor te puede volver más sabio, pero jamás cruel. Por eso, quien repite el sufrimiento solo para disfrutar del dolor de otros no es víctima de su historia, sino autor de su propia maldad.
Nos han enseñado a disculpar a los que hacen daño. “Ha sufrido tanto”, dicen, como si eso bastara para limpiar la culpa. Pero hay dolores que abren el corazón y otros que lo pudren. El que elige sanar encuentra sentido. El que elige vengarse, se hunde más en su sombra. Y no, esa elección no depende de lo que vivió, sino de lo que es en esencia.
Hay almas que, por más heridas que tengan, no pierden la ternura. Personas que han pasado por lo indecible y aún así conservan la luz en los ojos. Y hay otras que apenas han sido tocadas por la adversidad, pero cargan dentro una malevolencia antigua, una sequedad del alma que nada tiene que ver con lo que vivieron. Es su semilla.
Por eso no hay que buscar excusas en el dolor ajeno. El sufrimiento no autoriza la crueldad. La bondad y la maldad no nacen del golpe, sino de lo que cada uno hace con él. Duele asumirlo, pero no todo el que sufre aprende; algunos solo repiten el ciclo porque encuentran placer en lastimar.
El dolor, cuando es verdadero, te transforma. Te quita el falso orgullo, te enseña la empatía, te hace más humano. Si, en cambio, convierte a alguien en verdugo, es porque ya lo era; solo necesitaba una razón para mostrarlo.
Así que no, no es malo porque sufrió mucho. Sufrió porque, incluso el destino, cuando ve un alma corrupta, la golpea para ver si puede rescatarla. Y a veces, ni así se salva.
Deja de justificar la maldad.
No seas cómplice de narcisistas y chantajistas.
Mira los ojos, los rostros... y verás su alma.
Confía en tu intuición.
Aléjate de los hijos de "fruta".
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