Aplazar tu vida por los demás no es nobleza; renunciar a tus sueños por construir los sueños de los otros no es generosidad; dejar de lado tus prioridades por l as de quienes te rodean no es lealtad. Deja de negociarte en nombre del amor. Deja de vestir de nobles trajes situaciones que te hacen daño. Tu vida no es un acto de sacrificio permanente ni este camino de abnegación que te ha llevado al olvido de ti misma. Amarse a sí misma es tan importante como amar a los otros. Podrás amar profundamente a muchos, esos muchos podrán amarte de la misma manera, sin embargo, estos amores no te liberan de la responsabilidad de amarte a ti misma. Sin la base del amor propio, el amor por los otros se convertirá en un desgaste permanente, en una carrera sin sentido por dar gusto a los demás, servirles de soporte, cargar sus maletas, secar sus lágrimas y dar alas a sus sueños y ¿Sobre qué alas reposan los tuyos? Mientras te concentras en contribuir a los procesos de otros, los tuyos duer